lunes, 12 de julio de 2010

I can fly.... But i want his wings!!

"Alguien" me hizo favor de compartir esta rola conmigo! Confieso no haberla escuchado jamas ... y no es mas que hacerte saber que respiro y vivo perfectamente sin ti!! aunque la perfecta perfección seria contigo! ..............

I can fly
But I want his wings
I can shine even in the darkness
But I crave the light that he brings
Revel in the songs that he sings
My angel Gabriel

I can love
But I need his heart
I am strong even on my own
But from him I never want to part
He's been there since the very start
My angel Gabriel

Bless the day he came to be
Angel's wings carried him to me
Heavenly
I can fly
But I want his wings
I can shine even in the darkness
But I crave the light that he brings
Revel in the songs that he sings
My angel Gabriel

miércoles, 23 de junio de 2010

"Te enterrare en una caja Roja"

Y entonces pensé...

sería mejor si te enterrara…

no quiero que mueras, no quiero matarte,

(incluso quisiera tenerte a mi lado ahora mismo!)

Solo quiero enterrarte.

anoche no podía dormir,

te vele en mis sueños, entre mis sabanas y mi almohada,

te vele en mi llanto nocturno, pero mis lagrimas se secaron y me quede dormida.

Y al despertar decidí enterrarte.

Enterrarte no significa dejar de amarte ni dejar de pensarte!

Qué ironía!

Te voy a enterrar en una caja hermosa, una caja roja.

Te enterrare y cantare tal vez una canción de despedida.

Llevare flores (las mas hermosas como Tú) de vez en cuando a tu tumba.

No diario podre llevarte flores o visitarte

como tú no diario pudiste o puedes amarme.

Tal vez nos veamos, tal vez nos besaremos,

tal vez hagamos el amor, tal vez te quiera mas,

tal vez te extrañe

y en tu tumba y en mi luto pasaran los días, los meses, los años,

el tiempo pasara y tu cuerpo irá desapareciendo,

tu alma se irá a un lugar desconocido,

y tus huesos serán los único que no desaparezcan

y entonces seguirán ahí intactos dentro de esa caja roja…

seguirán intactos en mi corazón.

domingo, 20 de junio de 2010

Segunda parte "Algo sobre la muerte del Mayor Sabines"


SEGUNDA PARTE

I

Mientras los niños crecen, tú, con todos los muertos,
poco a poco te acabas.
Yo te he ido mirando a través de las noches
por encima del mármol, en tu pequeña casa.
Un día ya sin ojos, sin nariz, sin orejas,
otro día sin garganta,
la piel sobre tu frente agrietándose, hundiéndose,
tronchando obscuramente el trigal de tus canas.
Todo tú sumergido en humedad y gases
haciendo tus desechos, tu desorden, tu alma,
cada vez más igual tu carne que tu traje,
más madera tus huesos y más huesos las tablas.
Tierra mojada donde había tu boca,
aire podrido, luz aniquilada,
el silencio tendido a todo tu tamaño
germinando burbujas bajo las hojas de agua.
(Flores dominicales a dos metros arriba
te quieren pasar besos y no te pasan nada.)


II

Mientras los niños crecen y las horas nos hablan
tú, subterráneamente, lentamente, te apagas.
Lumbre enterrada y sola, pabilo de la sombra,
veta de horror para el que te escarba.

¡Es tan fácil decirte "padre mío"
y es tan difícil encontrarte, larva
de Dios, semilla de esperanza!

Quiero llorar a veces, y no quiero
llorar porque me pasas
como un derrumbe, porque pasas
como un viento tremendo, como un escalofrío
debajo de las sábanas,
como un gusano lento a lo largo del alma.

¡Si sólo se pudiera decir: "papá, cebolla,
polvo, cansancio, nada, nada, nada"
!Si con un trago te tragara!
¡Si con este dolor te apuñalara!
¡Si con este desvelo de memorias
-herida abierta, vómito de sangre-
te agarrara la cara!

Yo sé que tú ni yo,
ni un par de valvas,
ni un becerro de cobre, ni unas alas

sosteniendo la muerte, ni la espuma
en que naufraga el mar, ni -no- las playas,
la arena, la sumisa piedra con viento y agua,
ni el árbol que es abuelo de su sombra,
ni nuestro sol, hijastro de sus ramas,
ni la fruta madura, incandescente,
ni la raíz de perlas y de escamas,
ni tío, ni tu chozno, ni tu hipo,
ni mi locura, y ni tus espaldas,
sabrán del tiempo obscuro que nos corre
desde las venas tibias a las canas.

(Tiempo vacío, ampolla de vinagre,
caracol recordando la resaca.)

He aquí que todo viene, todo pasa,
todo, todo se acaba.
¿Pero tú? ¿pero yo? ¿pero nosotros?
¿para qué levantamos la palabra?
¿de qué sirvió el amor?
¿cuál era la muralla
que detenía la muerte? ¿dónde estaba
el niño negro de tu guarda?

Ángeles degollados puse al pie de tu caja,
y te eché encima tierra, piedras, lágrimas,
para que ya no salgas, para que no salgas.


III
Sigue el mundo su paso, rueda el tiempo
y van y vienen máscaras.
Amanece el dolor un día tras otro,
nos rodeamos de amigos y fantasmas,
parece a veces que un alambre estira
la sangre, que una flor estalla,
que el corazón da frutas, y el cansancio
canta.

Embrocados, bebiendo en la mujer y el trago,
apostando a crecer como las plantas,
fijos, inmóviles, girando
en la invisible llama.
Y mientras tú, el fuerte, el generoso,
el limpio de mentiras y de infamias,
guerrero de la paz, juez de victorias
-cedro del Líbano, robledal de Chiapas-
te ocultas en la tierra, te remontas
a tu raíz obscura y desolada.
IV

Un año o dos o tres,
te da lo mismo.
¿Cuál reloj en la muerte?, ¿qué campana
incesante, silenciosa, llama y llama?
¿qué subterránea voz no pronunciada?
¿qué grito hundido, hundiéndose, infinito
de los dientes atrás, en la garganta
aérea, flotante, pare escamas?

¿Para esto vivir? ¿para sentir prestados
los brazos y las piernas y la cara,
arrendados al hoyo, entretenidos
los jugos en la cáscara?
¿para exprimir los ojos noche
a noche en el temblor obscuro de la cama,
remolino de quietas transparencias,
descendimiento de la náusea?

¿Para esto morir?
¿para inventar el alma,
el vestido de Dios, la eternidad, el agua
del aguacero de la muerte, la esperanza?
¿morir para pescar?
¿para atrapar con su red a la araña?

Estás sobre la playa de algodones
y tu marca de sombras sube y baja.


V

Mi madre sola, en su vejez hundida,
sin dolor y sin lástima,
herida de tu muerte y de tu vida.

Esto dejaste. Su pasión enhiesta,
su celo firme, su labor sombría.
Árbol frutal a un paso de la leña,
su curvo sueño que te resucita.
Esto dejaste. Esto dejaste y no querías.

Pasó el viento. Quedaron de la casa
el pozo abierto y la raíz en ruinas.
Y es en vano llorar. Y si golpeas
las paredes de Dios, y si te arrancas
el pelo o la camisa,
nadie te oye jamás, nadie te mira.
No vuelve nadie, nada. No retorna
el polvo de oro de la vida.

    VI - XVII

    Te enterramos ayer.
    Ayer te enterramos.
    Te echamos tierra ayer.
    Quedaste en la tierra ayer.
    Estás rodeado de tierra
    desde ayer.
    Arriba y abajo y a los lados
    por tus pies y por tu cabeza
    está la tierra desde ayer.
    Te metimos en la tierra,
    te tapamos con tierra ayer.
    Perteneces a la tierra
    desde ayer.
    Ayer te enterramos
    en la tierra, ayer.


    VII
    Madre generosa
    de todos los muertos,
    madre tierra, madre,
    vagina del frío,
    brazos de intemperie,
    regazo del viento,
    nido de la noche,
    madre de la muerte,
    recógelo, abrígalo,
    desnúdalo, tómalo,
    guárdalo, acábalo.

    VIII
    No podrás morir.
    Debajo de la tierra
    no podrás morir.
    Sin agua y sin aire
    no podrás morir.
    Sin azúcar, sin leche,
    sin frijoles, sin carne,
    sin harina, sin higos,
    no podrás morir.
    Sin mujer y sin hijos
    no podrás morir.
    Debajo de la vida
    no podrás morir.
    En tu tanque de tierra
    no podrás morir.
    En tu caja de muerto
    no podrás morir.
    En tus venas sin sangre
    no podrás morir.
    En tu pecho vacío
    no podrás morir.
    En tu boca sin fuego
    no podrás morir.
    En tus ojos sin nadie
    no podrás morir.
    En tu carne sin llanto
    no podrás morir.
    No podrás morir.
    No podrás morir.
    No podrás morir.
    Enterramos tu traje,
    tus zapatos, el cáncer;
    no podrás morir.
    Tu silencio enterramos.
    Tu cuerpo con candados.
    Tus canas finas,
    tu dolor clausurado.
    No podrás morir.

    IX

    Te fuiste no sé a dónde.
    Te espera tu cuarto.
    Mi mamá, Juan y Jorge
    te estamos esperando.
    Nos han dado abrazos
    de condolencia, y recibimos
    cartas, telegramas, noticias
    de que te enterramos,
    pero tu nieta más pequeña
    te busca en el cuarto,
    y todos, sin decirlo,
    te estamos esperando.

    X
    Es un mal sueño largo,
    una tonta película de espanto,
    un túnel que no acaba
    lleno de piedras y de charcos.
    ¡Qué tiempo éste, maldito,
    que revuelve las horas y los años,
    el sueño y la conciencia,
    el ojo abierto y el morir despacio!

    XI

    Recién parido en el lecho de la muerte,
    criatura de la paz, inmóvil, tierno,
    recién niño del sol de rostro negro,
    arrullado en la cuna del silencio,
    mamando obscuridad, boca vacía,
    ojo apagado, corazón desierto.


    Pulmón sin aire, niño mío, viejo,
    cielo enterrado y manantial aéreo
    voy a volverme un llanto subterráneo
    para echarte mis ojos en tu pecho.


    XII
    Morir es retirarse, hacerse a un lado,
    ocultarse un momento, estarse quieto,
    pasar el aire de una orilla a nado
    y estar en todas partes en secreto.

    Morir es olvidar, ser olvidado,
    refugiarse desnudo en el discreto
    calor de Dios, y en su cerrado
    puño, crecer igual que un feto.

    Morir es encenderse bocabajo
    hacia el humo y el hueso y la caliza
    y hacerse tierra y tierra con trabajo.

    Apagarse es morir, lento y aprisa
    tomar la eternidad como a destajo
    y repartir el alma en la ceniza.

    XIII

    Padre mío, señor mío, hermano mío,
    amigo de mi alma, tierno y fuerte,
    saca tu cuerpo viejo, viejo mío,
    saca tu cuerpo de la muerte.

    Saca tu corazón igual que un río,
    tu frente limpia en que aprendí a quererte,
    tu brazo como un árbol en el frío
    saca todo tu cuerpo de la muerte.

    Amo tus canas, tu mentón austero,
    tu boca firme y tu mirada abierta,
    tu pecho vasto y sólido y certero.

    Estoy llamando, tirándote la puerta.
    Parece que yo soy el que me muero:
    ¡padre mío, despierta!


    XIV

    No se ha roto ese vaso en que bebiste,
    ni la taza, ni el tubo, ni tu plato.
    Ni se quemó la cama en que moriste,
    ni sacrificamos un gato.

    Te sobrevive todo. Todo existe
    a pesar de tu muerte y de mi flato.
    Parece que la vida nos embiste
    igual que el cáncer sobre tu omoplato.

    Te enterramos, te lloramos, te morimos,
    te estás bien muerto y bien jodido y yermo
    mientras pensamos en lo que no hicimos

    y queremos tenerte aunque sea enfermo.
    Nada de lo que fuiste, fuiste y fuimos
    a no ser habitantes de tu infierno.

    XV
    Papá por treinta o por cuarenta años,
    amigo de mi vida todo el tiempo,
    protector de mi miedo, brazo mío,
    palabra clara, corazón resuelto,

    te has muerto cuando menos falta hacías,
    cuando más falta me haces, padre, abuelo,
    hijo y hermano mío, esponja de mi sangre,
    pañuelo de mis ojos, almohada de mi sueño.

    Te has muerto y me has matado un poco.
    Porque no estás, ya no estaremos nunca
    completos, en un sitio, de algún modo.

    Algo le falta al mundo, y tú te has puesto
    a empobrecerlo más, y a hacer a solas
    tus gentes tristes y tu Dios contento.


    XVI

    (Noviembre 27)

    ¿Será posible que abras los ojos y nos veas
    ahora?
    ¿Podrás oírnos?
    ¿Podrás sacar tus manos un momento?

    Estamos a tu lado. Es nuestra fiesta,
    tu cumpleaños, viejo.
    Tu mujer y tus hijos, tus nueras y tus nietos
    venimos a abrazarte, todos, viejo.
    ¡Tienes que estar oyendo!
    No vayas a llorar como nosotros
    porque tu muerte no es sino un pretexto
    para llorar por todos,
    por los que están viviendo.
    Una pared caída nos separa,
    sólo el cuerpo de Dios, sólo su cuerpo.


    XVII

    Me acostumbré a guardarte, a llevarte lo mismo
    que lleva uno su brazo, su cuerpo, su cabeza.
    No eras distinto a mí, ni eras lo mismo.
    Eras, cuando estoy triste, mi tristeza.


    Eras, cuando caía, eras mi abismo,
    cuando me levantaba, mi fortaleza.
    Eras brisa y sudor y cataclismo,
    y eras el pan caliente sobre la mesa.

    Amputado de ti, a medias hecho
    hombre o sombra de ti, sólo tu hijo,
    desmantelada el alma, abierto el pecho,

    Ofrezco a tu dolor un crucifijo:
    te doy un palo, una piedra, un helecho,
    mis hijos y mis días, y me aflijo.

    V "e introduciendo agujas en las escasas venas, tratando de meterle la vida, de soplarle en la boca el aire..."

    De las nueve de la noche en adelante,
    viendo televisión y conversando
    estoy esperando la muerte de mi padre.
    Desde hace tres meses, esperando.
    En el trabajo y en la borrachera,
    en la cama sin nadie y en el cuarto de niños,
    en su dolor tan lleno y derramado,
    su no dormir, su queja y su protesta,
    en el tanque de oxígeno y las muelas
    del día que amanece, buscando la esperanza.

    Mirando su cadáver en los huesos
    que es ahora mi padre,
    e introduciendo agujas en las escasas venas,
    tratando de meterle la vida, de soplarle
    en la boca el aire...

    (Me avergüenzo de mí hasta los pelos
    por tratar de escribir estas cosas.
    ¡Maldito el que crea que esto es un poema!)

    Quiero decir que no soy enfermero,
    padrote de la muerte,
    orador de panteones, alcahuete,
    pinche de Dios, sacerdote de penas.
    Quiero decir que a mí me sobre el aire...

    IV "El Señor Cáncer, El Señor Pendejo, es sólo un instrumento en las manos obscuras de los dulces personajes que hacen la vida."

    IV

    Vamos a hablar del Príncipe Cáncer,
    Señor de los Pulmones, Varón de la Próstata,
    que se divierte arrojando dardos
    a los ovarios tersos, a las vaginas mustias,
    a las ingles multitudinarias.

    Mi padre tiene el ganglio más hermoso del cáncer
    en la raíz del cuello, sobre la subclavia,
    tubérculo del bueno de Dios,
    ampolleta de la buena muerte,
    y yo mando a la chingada a todos los soles del mundo.
    El Señor Cáncer, El Señor Pendejo,
    es sólo un instrumento en las manos obscuras
    de los dulces personajes que hacen la vida.

    En las cuatro gavetas del archivero de madera
    guardo los nombres queridos,
    la ropa de los fantasmas familiares,
    las palabras que rondan
    y mis pieles sucesivas.

    También están los rostros de algunas mujeres
    los ojos amados y solos
    y el beso casto del coito.
    Y de las gavetas salen mis hijos.
    ¡Bien haya la sombra del árbol
    llegando a la tierra,
    porque es la luz que llega!

    III "¡A la chingada las lágrimas!,dije, y me puse a llorar"

    Siete caídas sufrió el elote de mi mano
    antes de que mi hambre lo encontrara,
    siete veces mil veces he muerto
    y estoy risueño como en el primer día.
    Nadie dirá: no supo de la vida
    más que los bueyes, ni menos que las golondrinas.
    Yo siempre he sido el hombre, amigo fiel del perro,
    hijo de Dios desmemoriado,
    hermano del viento.
    ¡A la chingada las lágrimas!,dije,
    y me puse a llorar
    como se ponen a parir.
    Estoy descalzo, me gusta pisar el agua y las piedras,
    las mujeres, el tiempo,
    me gusta pisar la yerba que crecerá sobre mi tumba
    (si es que tengo una tumba algún día).
    Me gusta mi rosal de cera
    en el jardín que la noche visita.
    Me gustan mis abuelos de Totomoste
    y me gustan mis zapatos vacíos
    esperándome como el día de mañana.
    ¡A la chingada la muerte!, dije,
    sombra de mi sueño,
    perversión de los ángeles,
    y me entregué a morir
    como una piedra al río,
    como un disparo al vuelo de los pájaros.